Por eso, no creo que nadie se extrañe que hoy viernes vuelva a escribir, todo esto, contando con que haya algún espíritu solidario que lea a este pobre hombre elefante de las emociones.Pero es que... la ocasión lo merece, ayer tenía la nevera vacía y el alma llena, ahora tengo la nevera llena y el alma repleta de carcajadas, fiestas de bullicio y alborotos varios de felicidades infinitas.
Como explicar la sensación de levantarse suspirando un cafetito que haga recobrar las ganas de seguir adelante con la historia de mi vida, convencer poco a poco a mi esfuerzo para que se arrastre lentamente hacia la ducha y tras despertarme de sopetón pues esta vez no me han cortado la luz sino el agua. ¡Claro! Tenía dos opciones, llenar la nevera o las arcas del canal de Isabel II.
Yo, opte por la primera. Y cuando digo sopetón es sopetón, no un pequeño sobresalto, estoy hablando de un híper-mega-súper infarto, ¡Díos! ¡Me cago en Iberdrola pero más en el Canal! Y tras salir de la ducha con un cabreo descomunal, deambulo hacía la cocina de muy mala leche, arrastrando la pierna derecha con el cuello agarrotado y emitiendo una especie de gruñido inexplicable que me hace ser la viva imagen del monstruo de Frankenstein.
Por fin, llego a la cocina y trato de palpar la encimera hasta reconocer el frasco de café pues tengo los ojos tan irritados del jabón que no logro ver nada, se obra el milagro, lo encuentro y consigo preparar esa maravillosa poción que se obtiene a partir de las semillas tostadas y molidas de los frutos más increíbles de la naturaleza que mezclados con leche bien calentita, me hacen recuperar la movilidad y el color natural de mis labios.
Una vez, despierto, recupero la sensatez y al ir a coger las llaves del coche para meterme en tremenda caravana, me doy cuenta que soy un Adán del siglo XXI. Me visto, por fin... y al salir por la puerta, empujo sin querer una hoja de papel de color bendito, y digo bendito, pues al agacharme descubro que es una nueva carta de amor, me embriaga un aroma, esta vez, no solo me escribe sino que se ha tomado la molestia de perfumar la misiva... ¡Perdón! Os tengo que dejar, aquí viene mi jefe y creo que se aproxima también arrastrando la pierna derecha, luego sigo...